Leyendo
la historia de Sansón en el libro de Jueces, cuenta que desde antes de nacer
Dios lo había escogido y lo iba a usar en gran manera. Se le aparece un ángel a sus padres y le
informa que van a tener un hijo, que nunca lo deben recortar y salvará a Israel
de sus enemigos. Nace el niño, se hace
hombre, y el Espíritu de Dios empieza a manifestarse en el. Empieza Dios a demostrarle la gran fuerza que
tenía, pero él no se lo cuenta ni a sus padres.
Con el paso del tiempo toma decisiones equivocadas y se fija en mujeres
que no debía, y a pesar de las advertencias de sus padres, el seguía con gente
indebida. Para su desgracia, un día se une
con una mujer llamada Dalila, que procuraba engañarlo para que le contara el
secreto de su fuerza. El le mintió en
par de ocasiones, pero cansado de tanta insistencia cada día, le cuenta su
secreto. Su fuerza estaba en su pelo que
nunca había sido recortado, se lo cortan y se reduce a un hombre débil, que
cualquiera podía vencer. Le sacaron
hasta los ojos, lo amarraron con cadenas y se burlaron de el. Ya Dios lo había abandonado y no tenía
fuerzas para luchar. Sus enemigos lo
vencieron, se burlaron e hicieron fiesta con el. Por última vez clamó a Dios por fuerzas, y le
pidió que solamente una vez más le diera fuerzas aunque muriera con ellos. Dios lo complace, y derrumba las columnas de
aquel edificio, y muere juntamente con sus enemigos que estaban celebrando que
su Dios había vencido a Sansón. Poco le
duró la celebración. Sansón se juega la
vida en este intento. No quedó ni uno
vivo.
HOY
TE DIGO que nuestros enemigos están muy atentos a nuestra fortaleza que es
Cristo. Están buscando la manera de
debilitarte, de hacerte caer y así derrotarte.
Con sus críticas y comentarios mal intencionados debilitan nuestra fe,
nuestra fortaleza y de esa manera quieren derrotarnos. Si lo logran, se burlan, hacen fiesta de
nuestra derrota y nos cuesta la vida para volvernos a levantar. No te confíes en tu enemigo, si de antemano
tu sabes que quiere derrotarte. Mantente
firme, recapacita, arregla tus errores de ayer, pero no le des ni un leve
espacio al enemigo, porque te juegas la vida con ellos y sería muy triste que
cayeras y murieras con ellos, cuando tienes un Dios que promete darte victoria
sobre todos tus enemigos.
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