Hubo
dos jóvenes hermanos que un dia decidieron demostrar su agradecimiento a
Dios. Le llevaron una ofrenda a
Dios. Uno le llevo lo mejor que tenia y
se lo entregó a Dios y le agradó mucho. Pero
la ofrenda del otro no fue lo mejor y a Dios no le agradó tanto. Entonces este se molestó y se fue muy
enojado. Dios le dice: “Si hicieras lo
bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te
acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo”. Salieron al campo un día y Caín mató a
Abel. Dos hermanos, dos formas de
agradar a Dios. Pero los celos de uno
calaron fuerte en su mente y lo llevó a acabar con su hermano (Éxodo 4). Lamentablemente, esto sucede todos los días. No lo digo en sentido literal, aunque también
ocurre. Los celos por los ministerios,
los celos por la unción, los celos por las bendiciones, los celos por el
liderato. Si haces lo bueno, le vas a
agradar a Dios tanto como tu hermano y los celos no son necesarios. Pero si no haces las cosas correctamente, el
desenlace nunca es bueno. Ten cuidado
con los celos, nunca te llevan a nada bueno.
Si no logras dominarlos te acechan como fiera, te atrapan y acaban
contigo.
HOY
TE DIGO que nuestra ofrenda a Dios puede molestarle a otros. Pero de todas maneras tienes que darle lo
mejor a Dios. Esto provocará que el
mismo diablo se enoje e intente acabar con tu ministerio, con tus dones o con
tu unción. Pero a ti te toca hacer lo
bueno que agrade a Dios. Cualquiera que
tenga celos por la forma en que tu adoras, en que tu cantas, en que tu oras o
ministras, tendrán que verse de frente con un Dios vivo a darle las
explicaciones necesarios del porque no sabe controlar sus celos. Nunca permitas que los celos traigan maldición
a tu vida. Tenemos que saber dominar nuestros deseos o estos nos traerán maldición.
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