La
reputación es la opinión que los demás tienen de nosotros. Cualquier acto, comportamiento o palabra que hagamos o digamos, la gente
pone una marca sobre nosotros. Hay mucho
discrimen contra la mujer. Tienden a criticarla,
juzgarla y condenarla, aun más que a los hombres, por circunstancias que no están
bajo su control. Si se divorcia, si fue
maltratada, si es fuerte de carácter, si no se deja dominar por nadie, si se
expresa libremente. En fin la sociedad
tiende a marcarla simplemente porque se creen con el derecho de juzgar y
condenar al que se comporta de manera diferente. Pero Dios en su misericordia dice: “ella no está
marcada”. En su eterno amor no juzga, no
condena; tampoco marca señala o descarta.
Dios te amo, te escogió, y te delegó un propósito, el cual, a pesar de
la opinión de los demás, hará cumplir en ti.
En la biblia cuenta la historia de una mujer que el pueblo quería apedrearla
porque decían que era adultera, y ese era el castigo por ese delito. El hombre también cometió el mismo acto pero
nadie lo señala. Cuando todos tienen
piedras en sus manos y están a punto de lanzarlas, aparece un hombre
misericordioso a hacerle justicia. Con este
acto le quito la marca que todos habían puesto en su vida (Juan 8:1-12).
HOY
TE DIGO que Dios te quita esa marca que la sociedad te quiere imponer. Hoy Dios toma la posición de tu abogado
defensor y le hace justicia a tu causa
Hoy Dios dice: Ella no está
marcada”. A pesar de las circunstancias
y de lo que le ha tocado vivir, he puesto destino y propósito en ella. Pero a ti Dios te borra las marcas del pasado
y te coloca en posición de altura y relevancia para que los que un día te
marcaron, te señalaron, te juzgaron y te condenaron tengan que ver la
misericordia de un Dios de amor que no le da importancia a las marcas de la sociedad
y tiene un buen final para tu historia.
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