Le voy a contar la historia de una mujer cananea (no Judía) que
clamaba a Jesús porque su hija era atormentada por un demonio. Gritaba a viva voz, pidiendo ayuda para su
hija. Grande era su desesperación. “Señor,
hijo de David, ten misericordia de mi” gritaba y le pedía que sanara su
hija. Pero Jesús no le respondió. Los discípulos le decían a Jesús que la
despidiera porque iba gritando detrás de ellos. Jesús le contesta que Dios lo envió
para ayudar a los israelitas pues están como ovejas perdidas. La mujer se acerco y le dijo: Señor, ayúdame!!! El le contesto: no está bien quitarle la comida a los hijos
para echársela a los perrillos. A lo que
ella le contesta: “Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que
caen de la mesa de sus amos”. Jesús le contesto: “Oh mujer, grande es tu
fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora”
(Mateo 15:21). Esta historia es
un buen ejemplo de cuando insistimos Dios nos contesta lo que pedimos. Insistir es la forma de creer que Dios lo
puede hacer. Si no has recibido
respuesta a tu oración, sigue insistiendo.
Con tu insistencia le estás diciendo a Dios que El es el único que lo
puede hacer. De esa manera llama la atención
de Dios, y El se fijara en ti y dirá como lo dijo a esta mujer: “Grande es tu
fe, hágase como tú quieras”.
HOY TE DIGO que esta historia que les
conté es el vivo ejemplo de que cuando insistimos le estamos diciendo a Dios
que le creemos, que solo El lo puede hacer, que no vamos a parar de orar hasta
que El lo haga. A veces nos rendimos,
desistimos, nos cansamos y dejamos de pedir y por eso las cosas no se dan. Cuéntale a Dios tu necesidad y luego
insiste. Sigue insistiendo que es tu
forma de decir: Dios te creo. Con eso Dios te contestará:
Tu sí que tienes confianza en mí, lo que me has pedido se hará.
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