El
perdón es un estado de paz continuo. Los remordimientos nos inquietan y no nos
dejan en paz. La conciencia nos acusa
porque hemos actuado mal. Cuando confesamos
a Dios nuestros pecados y nos arrepentimos, Dios borra nuestros pecados y rebeldías. Mientras no confiesas tus pecados, lo ocultas
y los guardas dentro de ti esto te consume y te drena todas tus fuerzas. Pero la confesión de pecado te entrega alas a
tu alma para que puedas ser libre. Dios nos
instruye, nos enseña cómo debemos portarnos, nos da buenos consejos y cuida de
nosotros. Los animales son tercos, no aprenden y mucho menos tienen control de
sus sentimientos. Pero Dios nos hizo
diferentes a ellos. Nos dio el
razonamiento que nos diferencia de ellos, para que aprendamos a amar, pero también
a perdonar. Jehová se alegra cuando ve
en ti un hombre genuino. Dice en Salmos
32:2; “Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad y en cuyo espíritu
no hay engaño.
HOY
TE DIGO que si quieres experimentar una sensación continua de paz en tu vida
otorga el perdón a los demás. Si Dios en
su grandeza y misericordia nos otorga su perdón y olvida todas nuestras
ofensas, nosotros también debemos perdonar a los demás. Dale alas a tu corazón otorgando el perdón y
olvidando de una vez a todo aquel que te ofendió o te falló. El perdón a quien siempre beneficia es a ti.
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