Hablaba
con un amigo y me contaba que un día en una reunión de caballeros le toca su
turno de hablar de lo que tenga en su corazón.
Todos se conocen entre sí por lo que decide abrir su corazón al grupo y
decir lo que sentía y pensaba. Al hacerlo fue duramente criticado, juzgado y
condenado. Sintió que todos le entraron
a golpes y lejos de aliviar su carga, ahora tenía más peso y decepción. Su honestidad no fue bien recibida por este
grupo. Fue apedreado en una iglesia. Le recordé
la historia de la mujer adultera (Juan
8:1). Cuando estaban los hombres listos
para apedrearla, aparece Jesús a hacer justicia a su causa. Ya la tenían como su objetivo, pero Jesús
llego a tiempo, no para apoyar su conducta sino para cambiarla. Ellos vieron el lado de la condenación, del
otro lado Jesús vio la oportunidad de transformar una vida.
HOY
TE DIGO que imagines la mujer en plena plaza pública a punto de ser apedreada
por cometer adulterio y tu estas al otro
lado. Que harías? Lanzarías la piedra antes de examinarte? Preguntarías por el hombre que también cometió
el mismo acto y no lo están condenando? O
harías como Jesús y aprovechas la oportunidad para provocar un cambio. La próxima vez que estés en medio de una conversación
donde estén apedreando a alguien con sus comentarios, chismes, calumnias o
murmuraciones, tienes la oportunidad de estar al otro lado provocando cambios
en alguna vida necesitada. Hazlo!! No seas de los que tiran piedras, sino de los
que transforman vidas.
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