Estamos de lo más feliz de la vida, todo va bien, tenemos una vida placentera y sentimos que estamos en el paraíso. Tenemos dinero, felicidad, trabajo, bienes o abundancia y estamos tan felices con eso, que jamás pensamos que pueda terminar. Pero un día, el dinero se agota, la felicidad escasea, el trabajo lo perdemos y con el los bienes y la abundancia. Ahora nos sentimos que fuimos expulsados del Edren. Adán y Eva, la primera pareja que Dios hizo y la puso en el Huerto del Edén, también fueron expulsados de allí. Vivian en un paraíso, libres, felices, con abundancia de fruto, sin trabajo, sin necesidades que cubrir. Un día hacen lo incorrecto y desobedecen una orden explicita que Dios le dio cuando los coloco allí. Le ordeno no comer del árbol que estaba en el centro del paraíso. Tantos arboles, tanto espacio, tanta felicidad y ellos deciden hacer lo único que le prohibieron. Comieron el fruto prohibido y les costó su expulsión y su castigo por la desobediencia (Génesis 3:23). En la vida pagamos las consecuencias por desobedecer. Por eso procura escuchar la voz y obedecer sus órdenes, y todo te irá bien. Permanecerás en el paraíso.
HOY TE DIGO que todos alguna vez hemos sido expulsados del paraíso. Nos sentimos así, cuando todo está bien y de repente cambian las circunstancias y nuestra existencia en transformada de un paraíso a un laberinto. Las situaciones donde nos sentimos cómodos son nuestro paraíso: el dinero, el trabajo, la felicidad, la abundancia. Pero cuando esto escasea, sentimos que hemos sido expulsados del paraíso. Regresa a tu Edén, donde está tu Dios dispuesto a suplirte todo lo que tenías en el origen y obedece sus leyes y disfrutaras de todo lo que El había creado para ti.
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