David
era un hombre que amaba y respetaba tanto a Dios, que desde muy joven Dios los
escogió para hacer grandes cosas con él.
Se conoce como el ungido de Dios, de todos los hijos de Isaí, Dios
escogió al menor de ellos y lo mando a ungir porque tenía grandes planes para él. Lo describían como valiente, vigoroso, hombre de guerra y
hermoso y lo más importante era que Dios estaba con él y todos lo sabían. Va a la casa del rey a tocar el arpa, pues
ese era el primer paso en el propósito de Dios con su vida. Pero había dos detalles que lo hacían sobresalir
de todo el mundo. “Y
David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él”
(1 Samuel 18:14). El primero es que era
que se porta bien, esto es, que se conducía correctamente en todo. Era admirado por eso, porque todo lo hacía
bien. Lo segundo era que por su buen
comportamiento Dios estaba con él, y todos los respetaban porque sabían que
Dios le respaldaba en todos sus pasos.
Hasta el rey le temía porque Dios estaba con él. Por estos dos detalles
llego a ser el Rey de Israel. Eso nos da una gran lección. Si andamos correctamente en los caminos de
Dios, nos conducimos correctamente, somos cuidadosos en nuestro comportamiento
y hacemos lo que agrada a Dios, entonces El nos respalda en todo lo que
hagamos. Si haces las cosas correctas
Dios está contigo en todo momento.
HOY
TE DIGO que la única condición que necesitas para que Dios este contigo y te
respalde siempre es hacer las cosas que le agradan a Él, conducirte
correctamente ante los demás, andar en su voluntad y seguir sus pasos. Si te portas bien, si haces lo correcto, si
agradas a Dios en todo momento, Dios está contigo y te respalda. Todos te temerán porque sabrán que Dios está
contigo y que nada que intenten contra ti prosperara. Si haces como David y agradas a Dios en
todas tus cosas, Dios te cuida, te respalda y te eleva a lugares altos donde
nunca ni siquiera imaginaste que podías llegar.
Si te portas bien, Jehová estará contigo siempre.
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