Tengo
tanto y agradezco poco. Siempre nos
estamos quejando de lo que nos falta y no
nos fijamos en la abundancia que tenemos.
Por ejemplo: tengo un armario
lleno de ropa y no se que ponerme; tengo muchos zapatos y ninguno me pega. Tengo el gabinete lleno de alimentos y no se
que cocinar. Tengo mucha comida y quiero
hacer dieta. Tengo mucho dinero y no se
a donde ir. Tengo tantas cosas
por hacer y estoy aburrido. Tengo tantos
sueños y no tengo dinero para realizarlos.
Tengo tantas propiedades y no tengo tiempo para disfrutarlas. Tengo tantos hijos y ninguno me viene a
visitar. Tengo tantos amigos y ninguno
esta cuando los necesito. Tengo tanto
amor guardado y no me atrevo a repartirlo por temor al rechazo. Tengo tantos talentos y nadie me ha
descubierto. Tengo tantas ganas de vivir y el tiempo se me acaba. Tengo tanto tiempo y no deseo hacer
nada. Si te has identificado con alguna
de estas expresiones es porque tienes mucho para dar y no debes estar quejándote,
sino tomando acción. Tenemos de lo que la gente necesita y debemos compartirlo.
HOY
TE DIGO que en ocasiones no nos damos cuenta de lo mucho que tenemos y lo poco
que agradecemos. Debemos enfocarnos en
los que tenemos, en lo que nos sobra y en lo que podemos compartir. Empieza tu día agradeciendo la abundancia de
algo y no la escasez. Cambia tu
panorama, comparte de lo que sobra y no te dará tiempo de fijarte y lamentarte por
lo que te falta. Dice en Filipenses 4: 12-13:
“Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo
que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las
circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra
como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
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