Estaba Jesús muy ocupado ese día, y se fue a una casa para que no lo supiese nadie, pero no pudo esconderse. Llega una mujer sirofenicia, griega, entra en la casa, se postra a sus pies y le ruega que eche fuera de su hija al demonio. Jesús le dijo: “Deja que primero coman los hijos, pues no está bien quitarles la comida para echársela a los perros”. Y ella le responde: “Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos” Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija (Marcos 7:24). Hay unos detalles importantes en esta historia: la mujer no era judía, era extranjera; pero oyó hablar de Jesús y sabia que El podía sanar a su hija. A pesar de que le impidieron el paso, ella entro muy determinada a hablar con Jesús. El le explico que el pan era para los hijos, pero ella le dijo que aunque fueran las migajas, para ella era suficiente. Por último, Jesús no tuvo que ir donde la hija, a la distancia le sano la hija porque ella le creyó. HOY TE DIGO que si quieres ver tu milagro, ábrete paso entre la gente. Pídele a Dios que aunque sea de las migajas, no como hijo, sino como un necesitado; que a la distancia lance una palabra para ti. Pero que de alguna manera tú quieres ver tu milagro ya. La fe de la mujer sirofenicia fue lo que activo el poder de Dios para sanar a su hija. Enciende tu fe y esto activara el poder de Dios sobre tu vida y veras tu milagro ya.
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