Le voy a contar una historia de dos deudores. Un jefe está revisando sus cuentas y ve que hay un empleado suyo que le debe mucho dinero. Lo llama y le cobra, y éste le responde que no tiene el dinero para pagarle en ese momento. Le pide más tiempo para poder pagar. El jefe dice que le embarguen todo lo que tiene y con lo que vendan sus cosas pues con eso salda la cuenta. El le suplicó y le rogó hasta que lo convenció. Para su sorpresa le perdona la deuda y lo deja ir en paz. Mientras caminaba este hombre y luego de ser perdonada su deuda, se encuentra con un compañero que le debe un poco de dinero y se lo cobra. Lo agarra por el cuello y le exige que le pague. No cede a sus ruegos y le dice que si no le paga lo va a meter preso. Aunque el compañero se arrodilló y le rogó no lo quiso perdonar y lo encerraron. Los testigos que presenciaron esa escena se lo contaron al jefe, el cual se indignó y lo mandó a llamar. Le dijo: que malvado eres, yo te perdone a ti, pero tú no puedes perdonar a tu compañero. Y ordenó que lo encerraran hasta que pagara todo lo que debía. Esta historia se encuentra en la biblia en Lucas 18:23-35. Jesús terminó diciendo: «Lo mismo hará Dios mi Padre con cada uno de ustedes, si no perdonan sinceramente a su hermano.»

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