Bienaventurados
aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no
culpa de pecado (Romanos 4:7). En ningún
momento dice “el que no haya pecado”, sino que dice el que no culpa. Cometiste el pecado, fallaste, todos lo
saben, todos lo han visto, todos lo comentan, pero Dios no te culpa. Por costumbre general la gente empieza a
murmurar cuando te ven haciendo algo que no está correcto. Te acusan, te juzgan, te condenan. Quizás ellos también cometieron sus pecados,
pero te acusan a ti de los tuyos. Jesús
no te culpa. No es que te
justifica. Jamás justifica un
pecado. Simplemente no te culpa.

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