Soy fanática de ver películas, pero hay una que la visto cientos de veces y me encanta. Es una película para niños y mi vecino Elián (2 años) me pedía que lo acompañara y juntos disfrutar de la película. Trata de un caballo indomable, libre pero de buenos sentimientos. Era muy apegado y protector con su familia. Un día tratando de proteger a los suyos, se enfrenta a unos hombres que quieren atraparlo. Lo persiguen por todos lados, el muy astuto, lograba escapar, pero finalmente lo capturan. Ya prisionero el caballo no se dejaba dominar, se enfrentaba y peleaba y no permitía que lo montaran. Pensaba que no importa cuánto lo persigan, si lo atrapan no se rendiría. Siempre iba a buscar su libertad. No podrán conmigo porque soy libre. Los había vencido a todos, cuando llega el jefe y le dice que lo dejen sin sustento, sin agua ni comida por tres días. La estrategia era que debilitando su cuerpo lo puede vencer. Estaba débil, cansado, deshidrato, sin fuerzas. Traen a un joven prisionero en el cual no confía. Varios días después vuelven a tratar de domarlo y finalmente es vencido por el hombre, pero no por mucho tiempo. De repente el caballo saca nuevas fuerzas, su amigo lo ayuda, vence a sus perseguidores y escapan. Al principio no confiaba mucho en su amigo, pero este se va ganando su confianza y se hacen grandes amigos. Enfrentan grandes batallas y persecuciones con sus enemigos y casi la muerte, pero juntos siempre salen airosos.

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe (2 Timoteo 4:7)
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