lunes, 1 de agosto de 2011

EN MIS ZAPATOS


El zapato es un calzado para humanos, que cubre el pie y sirve para la estabilidad y resistencia sobre el terreno, para facilitar la realización de tareas duras en el trabajo.  Todos tenemos tamaños y gustos diferentes en cuanto a esto. También sabemos lo horrible que es caminar con un zapato que molesta o aprieta, el que le va bien a una persona, es estrecho para otra.  Alguna vez te has puesto un zapato mas pequeño al tamaño que usas.  Te duelen los pies, tu cuerpo se empieza a resentir, tu mente no se concentra, el dolor y la molestia empieza a adueñarse de toda tu atención. Cuando por fin te lo quitas la expresión de alivio que reflejas no se compara con nada.   Podemos comparar los zapatos con la vida.  Cada cual tiene su propia vida, sus circunstancias, su estilo, su modo de vivir.  No todos vivimos de la misma manera, ni pensamos igual.  Pero analizamos la vida de los demás, al gusto de la nuestra.  Juzgamos, criticamos y condenamos como si estuviéramos en los zapatos de los demás. Pero cuando nos ponemos sus zapatos nos quedan grandes o pequeños. Cuando nos toca vivir las mismas experiencias, entonces entendemos a los demás.  No hay ninguna receta en la vida que nos sirva a todos.  Dios nos dio independencia mental y emocional, por eso reaccionamos diferente ante cada circunstancia. En Sentido figurado, mis zapatos te pueden quedar pequeños.  Si te toca vivir lo que yo he vivido, posiblemente me entenderás.  Si pasas por lo que yo pasé no me criticarías.  Si tuvieras el problema que tengo yo, no me juzgarías.  Ponte tu zapato y no intentes usar los mios.  Como dice le refrán:  "Cada uno sabe donde le aprieta el zapato".  En los tiempos bíblicos se entregaba un zapato cuando hacías un pacto con otra persona.  Esa era la evidencia de que en efecto habían hecho un pacto.  Deberíamos prestarle los zapatos a los que nos juzgan y critican, que anden un rato con ellos, para que sepan que así como les aprieta mi zapato, así son ellos cuando se meten en los asuntos ajenos.  Quisiera verle la cara a alguien que después de andar un par de horas con mi zapato prestado, se lo tenga que quitar y admitir que le aprieta, que no debió haberse metido en ellos, como tampoco en mis asuntos.  

HOY TE DIGO que jamás intentes meterte en los zapatos ajenos porque te van a apretar bastante.  Tampoco deberías meterte en los asuntos de otros, porque cabes apretado.  No debes juzgar, ni condenar ni criticar a los demás hasta no haber estado en sus zapatos un buen tiempo.  Si no has pasado por tales momentos, no deberías juzgar a los demás. Nadie reacciona igual ante las circunstancias.  Todos lo hacemos de modos diferentes.  Quizás actuamos bien o quizás mal.  Pero hagamos como dice en Rut 4:7:  "para la confirmación de cualquier negocio, el uno se quitaba el zapato y lo daba a su compañero; y esto servía de testimonio en Israel".  Pues hagamos este trato:  antes de hablar de mi, camina par de horas en mi zapato.  Si encuentras fácil mi vida, pues te autorizo a opinar sobre ella, pero si ves que es un poco difícil, no me juzgues ni critiques.  Camina un rato con mis zapatos y luego puedes opinar todo lo que quieras. 

No hay comentarios: