sábado, 27 de agosto de 2011

ME CAMBIO LA VIDA


Cuando somos solteros y sin hijos, jamás pensamos en el peligro, en el tiempo, en la seguridad, y nada nos preocupa.  Excedemos la velocidad en el auto, andamos sin cinturones de seguridad, malgastamos el dinero en tonterías, y nos concentramos en nosotros mismos.  Pero Dios nos envía unos tesoros que vienen a cambiarnos la vida.  Cuando a nuestras vidas llegan unos pequeños ángeles, que en su primera mirada nos roban el corazón,  nuestra vida cambia completamente.  Pasamos horas frente a ellos viéndolos respirar, no queremos que le pase nada, mucho menos que le duela algo.  Nuestra atención se concentra en esos pequeñines que han cambiado nuestra vida con su presencia.  Ya no corremos en exceso porque andamos con ellos o porque nos están esperando.  Tenemos asientos de seguridad y usamos cinturones dando el ejemplo.  Nuestro dinero es principalmente para suplirle sus necesidades y toda nuestra atención e interés se vuelva en ellos.  El amor que sentimos por ellos no se puede describir.  No los perdemos de vista porque pensamos que si no es en nuestras manos no están seguros.  Y los consentimos y amamos como si no nos importara nada más.  Un día llegan a la escuela, y se van felices lejos de uno sin decir ni adiós, y nos quedamos apenados porque el nene no se despidió.   Crecen y ya tú no eres tan importante.  Ya tienen amigos con quien hablar por teléfono, con quien salir al cine, con quien bromear y pasarla bien.  Entonces sentimos que nos están arrancando el corazón con pequeñas pinzas.  Ya somos relegados a un segundo lugar, no en su amor, pero si en su atención.  Antes cuando llegabas era: “mami, mami” y corrían a abrazarte.  Ahora es: “ay, mami….”  Los hijos nos cambian la vida.  Nos desvivimos, desvelamos, nos desgastamos por ellos, porque el amor tan inmenso que sentimos por ellos, no nos deja ni dormir.  Si se enferman, si están tristes, si tienen problemas, nosotras sufrimos más que ellos.  Pero si son felices, si sonríen, si están alborotando nos hacen la persona más feliz del mundo. 

HOY TE DIGO que los hijos nos cambian la vida.  De ser personas sin preocupaciones pasamos a ser las personas más pesimistas del mundo, pensando no quiero que le pase esto ni aquello.  Queremos meterlos en burbujas y protegerlos del peligro.  Queremos ahorrarle sufrimientos.  Le hacemos la vida más fácil para que no sufran.  Ya nuestro pensamiento se concentra completamente en ellos.  Nos cambian la vida porque nos llevan de la preocupación porque no llegan a la risa incontenible cuando los vemos.  De la angustia de verlos tristes a la felicidad inmensa cuando están felices.  De la agonía de alguna enfermedad, a la tranquilidad cuando los vemos sanos.  De las inquietudes por sus decisiones a la satisfacción de haberlos criados bien.  Mis hijos me cambiaron la vida.  Pero agradezco a Dios esos dos tesoros que me dio y que con su existencia me han hecho la persona más feliz del mundo.  

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