Estaba leyendo la historia de un padre que tenía dos hijos. Uno de ellos, el menor le dice: Papi, dame mi herencia que me voy. Dame lo que me toca ahora mismo, que me quiero ir. Tan pronto el padre le dió su herencia, se fue a un país lejano, malgastó su dinero como gusto y gana le dió. Y cuando se encontró sin dinero, buscó un trabajo que no le alcanzaba ni para comer. Reaccionó y dijo: voy a regresar a casa, y mejor le pido trabajo a papi y trabajo como uno de sus empleados asalariados. Regresa todo demacrado, hambriento y arapiento. De lejos su padre lo ve y llama a uno de sus empleados y le dice que le busque ropa y zapatos a su hijo que ha regresado. El hijo le dice a su papá que sabe que hizo las cosas mal, solo quiere que le de trabajo. El papá estaba tan emocionado de ver a su hijo que ni oyó lo que el le dijo y ordenó que hicieran una fiesta con comida, música y baile para celebrar que su hijo había regresado. Cuando llega el otro hijo, le pregunta a un sirviente sobre la fiesta que había en la casa, y le cuentan que el papá está celebrando porque su hermano regresó. El se pone furioso y no quiere ni entrar a la casa. El papá va donde el, y el hijo le reclama que a el nunca le ha hecho una fiesta, y a su hermano que malgastó todo su dinero sí lo festeja. Su padre muy amoroso le contesta que todo lo suyo también le pertenece a el, y que el lo ha tenido todo y nunca le ha faltado nada. Pero este hijo lo creía perdido, y había regresado (Lucas 15:11). Esta historia tiene tres personajes principales y lo podemos comparar con nosotros. El padre, que es Dios, que nos ama como hijos, pero que nos da la libertad de actuar como queremos, aún sabiendo que nos va a ir mal, respeta nuestra decisión. Pero si regresamos a El, nos recibe con el mismo amor, hace una fiesta, no nos pide explicaciones y nos sigue tratando como a hijos. El hijo menor que se aleja del padre, le va mal sin el, y regresa arrepentido y humillado, y no se atreve a llamarse hijo. Pide perdón de corazón y el padre lo recibe porque sabe que volvió arrepentido. El hijo mayor, es el que siempre ha estado al lado de Dios, le ha sido fiel, nunca se ha alejado de Dios, pero se enfurece cuando Dios tiene misericordia con los que se han equivocado en la vida, los acusa, los critica y le dice a Dios que no merecen su favor.

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