Mientras leía la biblia en Isaías 54 y 55, hay muchas promesas que Dios nos hace para que creamos en un Dios de palabra. Habla del amor que Dios le tiene al pueblo de Israel. Compara a este pueblo con la mujer estéril, la que nunca ha tenido hijos, la que no tiene pareja; le promete que va a parir mas que la casada, que se alegre y grite de emoción porque pronto a tener muchos hijos. Esa es la primera promesa. Si nunca has tenido un sueño, hoy lo puedes hacer. Sueña todos los que quieras, grita y celebra porque pronto los vas a poder parir. Le sigue diciendo que ensanche el sitio, agranda tu carpa, porque te vas a extender de un extremo a otro. Sueña en grande, no te conformes con poco, porque te permitiré tener éxito en grande. Alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas. Expande tu mente, vas a ir mas allá de lo que piensas o imaginas, piensa en grande. Tu pones el límite, donde claves las estacas, hasta ahí llegarás. Continúa con un derroche de promesas: te extenderás a la derecha y a la izquierda, y hasta los sitios desolados, o sea, en cada rincón del universo. Te recogeré con grandes misericordias, no serás confundida, y te olvidaras de todo el pasado del cual no te sientes muy orgullosa. Si eras como la mujer abandonada por su pareja, Dios te recoge y te olvidarás de tu dolor y de tu tristeza. Por un leve momento te abandoné, te dejé pasar momentos difíciles, es verdad que me enojé un poco, pero ya se me pasó. Ahora vengo a ayudarte, a bendecirte, a levantarte. Te prometo que no me enojaré contigo mas, no importa lo que hagas no te pelearé, seré paciente contigo, no se apartará mi misericordia de ti. Entenderé que puedes fallar, pecar, caer, pero te prometo que te voy a ayudar, que no me va a dar coraje, se me va a pasar rápido. Ni voy a enojarme, ni voy a amenazarte, a pesar de que se que puedes hacer las cosas mal. Luego se apiada de este pueblo y le sigue haciendo promesas: sabe que estás fatigada, oprimida, atormentada, hastiada, cansada de todo lo mal que te ha ido, pero te promete que cimentará con piedras preciosas. Todo lo que levantes con tu obra será de gran valor, tus ventanas y tus puertas adornadas con piedras preciosas. Tus puertas son tu entrada y tu salida, serán de gran valor. Tus ventanas, lo que ves, será invaluable. Y la promesa la extiende a tus hijos, que los enseñará, los guiará y le dará paz. Serás fuerte y no tendrás miedo, y si alguien te ataca, Dios hará que se rinda ante ti. Nada será capaz de destruirte. Con Dios serás invencible. El que te acuse quedará como embustero. Dios te hará triunfar en todo lo que te propongas siempre y cuando le adores a El.

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