Las matemáticas son una materia enseñada en la escuela, amada por muchos, odiada por otros. Pero muy necesaria en cada situación de la vida. De pequeña mi padre me inculcó el amor por ellas, así que en lo personal me fascinan. Recuerdo que mi papá nos enseñaba las tablas de multiplicar una a una. Las repasaba y volvía a practicarlas, hasta asegurarse que la sabíamos, y luego continuaba con una mas difícil. A mi me encantaba esos momentos, pero recuerdo que a algunas de mis hermanas no le gustaba. Yo esperaba ansiosa que mi papá me llamara a preguntarme las tablas, y lo feliz que era porque las sabía y mi padre se sentía orgulloso de mi. Momentos increíbles con las matemáticas. Para los grandes inventos del mundo utilizan las matemáticas para lograr resultados increíbles. Un ingeniero no puede hacer un plano para un edificio si no incluye las matemáticas, un médico te da la receta sacando cálculos de tu peso y estatura y determina la dosis y la duración del tratamiento. Los músicos, los científicos, los estadísticos, la N.A.S.A, para llevar la cuenta en los bancos, en los negocios, en los deportes, para medir distancias, para la construcción. En fin, para todo en la vida necesitas las matemáticas. Entonces porqué no las empiezas a acariciar hasta que te vaya gustando. Muchas veces dices que no te gustan, por que no las entiendes. Una vez aprendes, te van gustando. Creo que la vida es como las matemáticas: te da ejercicios (problemas) para resolver. Si los puedes resolver, el próximo es un poco mas complicado....pero de cada uno aprendes y te elevas a un nivel avanzado...Lo bueno es que el maestro es Dios, que sabe todas las respuestas y sabe si tu nivel es básico, intermedio o avanzado. Va probándote con cada ejercicio y poco a poco te va subiendo el nivel, de acuerdo al progreso demostrado. En 2 Corintios 4:17 dice: "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria". Un problema leve no es nada, comparado a los buenos tiempos que vienen. Prepárate para celebrarlo. Deja de lamentarte porque el problema está difícil o duro, si una vez que lo superes, te eleva a un nivel mayor de conocimiento con tu Dios.
Porque estos sufrimientos insignificantes y momentáneos son temporeros. Una vez que los resuelvas producen en nosotros una satisfacción grande, un peso de gloria y una aprobación de Dios que se siente orgulloso de tener buenos estudiantes.
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